Oracion Preparatoria
¡Oh María Auxiliadora;
Vengo a postrarme humildemente a tus plantas,
Para tributarte mi homenaje de amor y gratitud!
Indigno soy de recibir nuevos favores
De tu mano amorosísima,
Pues no he correspondido a las innumerables gracias
Que me has dispensado a cada paso.
Olvidando mi ingratitud y no pensando más
Que en tu amor y benignidad,
Vengo a implorar nuevamente tus auxilios.
Concédeme la gracia que deseo…,
Si no es contraria a la Voluntad de Dios.
No me desampares, Madre mía,
Robustece mi voluntad para que
No me aparte del verdadero camino
De la virtud;
Ilumina mi entendimiento
Para que comprenda cuánto me amas,
Y santifícame para que logre,
Mediante tu valiosísimo socorro,
Alabarte por toda la eternidad.
Así sea.
Oración final de la Novena a María Auxiliadora
¡Dios te salve Reina,
Madre de misericordia
Y auxilio de los cristianos!
Pobre hijo de Eva,
A quién me dirigiré en
Este valle de llanto sino
A Ti que eres vida,
Dulzura y esperanza nuestra!
A Ti se eleva mi grito:
A TI CLAMAMOS!,
A tus pies deposito el peso de mis afanes:
A TI SUSPIRAMOS!…
Sea, pues, Señora,
Manifiéstate como lo fuiste siempre,
Poderosa Abogada:
Inclina tus ojos maternales
Sobre mí que te amo tanto,
¡Oh Madre!,
Hoy más que nunca necesito
De tu misericordia
Y de tu santo auxilio…!
¡Ahí vuelve hacia mí esos ojos
Tan misericordiosos y quedaré contento…
Es verdad, yo soy culpable,
Pero Tú eres Santa:
¡Oh CLEMENTE!
Yo soy ingrato,
Pero Tú eres buena!
¡OH PIADOSA!
Yo soy rebelde, pero Tú eres dulce!
¡Oh DULCE VIRGEN MARÍA!
No mires mis culpas y pecados
Y acuérdate sólo de tu bondad:
¡MUÉSTRATE QUE ERES MADRE!
Yo me abandono y entrego a Tú
Como un niño se abandona
Confiado en los brazos de su madre.
Primer día de la Novena a María Auxiliadora
Humildad
Humildad es reconocer que no somos nada ante la sabiduría
del vasto universo y ante el gran poder de Dios. La humildad es la sabiduría de
lo que somos, aceptar nuestro nivel real evolutivo.
El hombre verdaderamente humilde no aspira a la grandeza
personal que el mundo admira porque ha descubierto que ser hijo de Dios es un
valor muy superior. No está en competencia y se siente libre de corazón para
estimar y dedicarse al amor y al servicio sin desviarse en juicios que no le pertenecen.
La humildad es una virtud muy necesaria para ascender a los
niveles más altos de conociendo y trascender el ego. La mente humilde es
receptiva por naturaleza y por lo mismo es la que mejor está dispuesta a
escuchar y a aprender las señales divinas.
Oración
¡Oh Soberana Señora del Cielo y poderosa Auxiliadora de los
cristianos!, por aquella profundísima humildad con que fuiste a servir a Santa
Isabel siendo ya, realmente,
Madre de Dios, ayúdame a copiar y grabar en mi
alma tan bella virtud y a conseguir de tu Divino Hijo la gracia que te pido…
Las culpas que he cometido, mis infidelidades y malas tendencias, la incertidumbre
de perseverar en la amistad de Dios, no son, por desgracia, suficientes motivos
para inspirarme un bajo concepto de mí mismo;
pero Tú ayúdame, oh Madre, y haz
que siendo pospuesto, no me resienta; olvidado, me goce; alabado, no me
ensoberbezca;
a fin de que pueda obtener lo que te imploro,
representarte
dignamente en la tierra y ser tu corona en el Cielo.
Amén.
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