¡Oh, Judío Errante de los
amantes! Según tú entraste en el templo de Jerusalén y apagaste la lámpara del
Santísimo Altar, así yo quiero que te metas en el corazón de….. y no me lo
dejes comer ni dormir ni estar tranquilo, hasta que no venga a mí de todo
corazón en cuerpo y alma.
Judío Errante, no me lo dejes ni
en silla sentado, ni en cama acostado, ni en sitio parado, que por donde quiera
que vaya oiga mi voz y vea mi sombra, y que según de campanazos den las
campanas de la Iglesia, sean debatidos en el corazón de…….
Judío Errante, no me lo dejes
vivir con nadie, que sea yo quien me lo presente en el sueño y me le ablande el
corazón solamente para mí y para ninguna mujer más.