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27 ene 2018

Sanarse con el Corazón: la Cura milagrosa

La enfermedad es algo con lo que la humanidad ha batallado durante mucho tiempo. Actualmente, se puede encontrar allá afuera una gran variedad de alternativas, medicinas, remedios, terapias, etc. para lograr una sanación.

Sin embargo, a pesar de las muchas propuestas, no siempre la persona puede lograr una sanación entera, no siempre funciona lo que se elige o funciona por períodos.

Muchas veces, por más que se busca, no se encuentra la forma de sanar por completo una afección, y se tiene que padecer de por vida, haciéndose uno esclavo o preso de medicamentos, consultas, dolores, etc.

¿A qué se debe la Sanación del Corazón?

La sanación es un proceso de recuperación del equilibrio y las funciones naturales y espontáneas del cuerpo. En realidad, la salud es el estado natural del ser humano. Lo único que hacemos nosotros es interferir o dejar fluir la capacidad que tiene el cuerpo para estar sano.

Una sanación completa no solamente considera un cuerpo, pues el cuerpo sólo es el reflejo de una serie de hábitos y actitudes tanto físicas como emocionales y mentales.

Si uno se enfoca en el cuerpo para sanar, lo que se considerara es eliminar el síntoma y entonces la curación estará enfocada en “quitarse el dolor” o el desagradable síntoma cuanto antes, lo que puede provocar que no se lleve a cabo una cura completa, sino un efecto pasajero de alivio.


Entonces, tenemos que el dolor se va de momento, pero luego la enfermedad regresa o incluso se agrava.

No es lo mismo aliviarse que curarse
El alivio es una salud pasajera. La curación consiste en volver al cuerpo fuerte, resistente y energético. Cuando uno busca alivio, busca deshacerse del dolor, ya sea disfrazándolo o adormeciéndolo con pastillas sin querer saber más de él. Cuando uno busca sanarse, busca entender el dolor para poder transformarlo.

¿Cómo ocurre una Curación completa?
Una cura completa ocurre cuando, ya sea de forma consciente o inconsciente, se libera de nosotros aquello que está obstruyendo nuestra propia capacidad curativa.

Muchas veces no importa tanto el remedio que escojamos para sanarnos, sino que lo que más importa es la intención que tengamos de sanarnos y de considerar y “ver” algo en nosotros mismos que desconocíamos o no comprendíamos.

La salud de nuestro cuerpo no es cosa de suerte. Como hemos dicho, es el resultado de una serie de hábitos y actitudes. Y así como el alimento forma parte esencial de una curación y los hábitos de vida como el descanso, el buen respirar, etc. son parte fundamental de la curación, también lo que sentimos influye poderosamente en nuestro cuerpo.

El cuerpo refleja, entre otras cosas, lo que nos conmueve y emociona, y la forma en la que reaccionamos ante lo que nos sucede diariamente. Así que si queremos un cuerpo realmente fuerte y curado, necesitaríamos considerar la forma y la perspectiva con la que estamos viviendo, pues ese puede ser el punto clave para lograr una curación efectiva, profunda e incluso rápida o hasta milagrosa.

Considerar esto es considerar la parte más sublime del ser humano: su ser espiritual.

Además de elegir un tratamiento para tu curación, una dieta adecuada y ciertos hábitos de vida, te recomendamos seguir esta guía curativa-emocional que te ayudará a sanarte profundamente.

¿Cómo sanar desde el Corazón?
En realidad es muy sencillo. Se trata de hacer un poco de consciencia en la forma en la que se está viviendo. Muchas veces no se nota, pero se está viviendo con mucha tensión, presión, prisas, descontento, etc.

Muchas personas se han acostumbrado a vivir bajo presión, miedo, ira, o ansiedad e incertidumbre, todo esto influye de forma poderosa en la salud, pues bloquea el buen funcionamiento de los sistemas y órganos.

Si te encuentras enfermo o enferma y deseas curarte en verdad, aprovecha este momento y conviértelo en un momento de introspección profunda el cual te ayudara a curarte y a que tu cuerpo en verdad se vuelva más resistente y fuerte.

Algunas preguntas y recomendaciones clave para hacer consciencia y sanar desde el corazón:
Mira lo que haces con más profundidad y pregúntate si estás enfermo:

¿Realmente disfruto lo que hago diariamente? ¿Estoy trabajando con miedo o tensión? ¿Invierto mi tiempo en lo que realmente quiero? Y si no, ¿en qué me gustaría realmente invertir mi tiempo? ¿Por qué no lo hago? ¿Estoy trabajando con un sentimiento de competencia? ¿Me exijo demasiado?



Complacer o rescatar a los demás:

También debes considerar estas preguntas: ¿Estoy tratando de quedar bien con algo o con alguien? ¿Me siento forzado a decir lo que no siento o a ser lo que no soy? ¿Quiero rescatar a alguien o ser “el bueno” de la película, olvidándome de mi mismo?



Estas son otras preguntas claves:

a) ¿Qué es lo más importante en mi vida? ¿realmente estoy dedicando mi vida a lo que quiero?

b) ¿Estoy encaprichado en que alguien me de lo que necesito y quiero?

c) ¿Le exijo constantemente a las personas como deben ser, según mi punto de vista?

d) ¿Qué es lo que me falta para hacerme feliz?

e) ¿Realmente quiero ser feliz o quiero que los otros me hagan sentir feliz?

f) ¿Me critico demasiado?

g) ¿Cómo me hablo a mí mismo?

h) ¿Permito que los demás me traten de formas indignas o poco respetuosas?



Usa tu tiempo con sabiduría
Todas estas preguntas te pueden ayudar a reorganizar y orientar tu tiempo y dedicación hacia lo que realmente quieres. Quizá te des cuenta de que quizá sería conveniente llenar tu vida con nuevas ideas y nuevas formas de reaccionar; quizás darte más tiempo libre para ti y para realizar lo que realmente deseas.

Puede ser que hayas visto la forma severa en que te hablas o tratas o estás permitiendo que alguien te trate como no te gusta sólo porque tienes miedo a cambiar o seguir otro rumbo. También puede que consideres el ritmo con el que has vivido y qué tanto has nutrido tu parte espiritual, lo cual consiste principalmente en aprender a ser feliz y a sentirte libre y creativo.

Vivir con prisas, acelerado, tenso, con resistencia, etc. te exenta del disfrute y gozo de lo que realmente haces. Y esto no te llevará sino a enfermarte tarde o temprano.

Estar dispuesto al cambio
Considerar lo anterior es comenzar a tener disposición para un cambio mucho más placentero en tu vida. El primer paso es darse cuenta de qué es lo que te está provocando resistencia, disgusto o ganas de no querer “estar en el día”.

Luego, debes empezar a reorientar poco a poco tus actividades hacia lo que realmente quieres o sientes que quieres ser o hacer. El simple hecho de querer reorientar tu vida hacia lo que quieres comienza a despertar una energía en ti que activa la fuerza curativa en tu cuerpo. Es como decirle al cuerpo con total convicción: ¡ahora sí quiero estar aquí!

¿Perdonar sana?
En realidad sí y es un paso importante para sanar. Pero sólo si comprendes que es realmente perdonar. Perdonar no es una acción forzada.

Perdonar es un estado de comprensión. Significa, a grandes rasgos, que te has dado cuenta de que nadie en esta vida sabrá hacerte feliz, porque unos no saben ni cómo serlo y otros están muy ocupados en sus propios dolores o carencias, o simplemente porque nadie tiene la obligación de hacerte feliz. Así que ser feliz es tu responsabilidad.

Cuando entiendes en verdad esto, entonces podrás notar que nadie te debe nada porque todos han hecho, dentro de sus posibilidades, lo mejor que han podido. Estar enfocado en que alguien debió ser de determinada forma o culpar a tus padres porque no te criaron de la forma adecuada no tiene ningún sentido cuando en verdad quieres sanarte.

Ningún padre sabe cómo criar exactamente a un hijo, ni las personas que te rodean saben cómo querer o relacionarse de forma armónica porque no lo han entendido en ellas mismas. Así que empieza por ti; enfoca tu energía en encontrar lo que amas y te complace, y verás como poco a poco el rencor sale de tu corazón.

No te desesperes mientras te curas
Si en verdad has puesto empeño a tu tratamiento y has considerado y hasta empezado una nueva forma de ver y vivir la vida, y no ves cambios en tu salud, no te desesperes. Piensa que tu cuerpo tomará el tiempo que sea necesario para restaurarse, pero no pierdas de vista que te estás curando, pues si sanas tu corazón y tu vida, tu cuerpo sin duda sanará.

Sé persistente y no dejes de enfocarte en lo que quieres lograr y en lo que amas, no pierdas de vista la imagen del hombre o mujer en que quieres convertirte. Si eres paciente contigo mismo y te empeñas en sanarte considerando todo lo que eres, tanto en tu aspecto físico como en el mental y el espiritual, la curación sin duda se dará.

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