"Si alguna persona, por su
estado de vida, no puede vivir sin riquezas y posición, que al menos mantenga
su corazón vacío del amor a estas", solía decir Santa Ángela de Merici,
fundadora de la primera orden de mujeres dedicada a la enseñanza y llamada las
Ursulinas. Su fiesta se celebra cada 27 de enero.
Santa Ángela, nació en Desenzano,
cerca de Brescia al norte de Italia, por el 1470 o el 1474. A los 10 años quedó
huérfana, entonces ella, su hermana y hermano fueron criados por un tío con
mucho dinero.
Su hermana mayor falleció de
repente y se quedó muy preocupada porque había muerto sin los sacramentos. Es
así que cierto día tuvo su primera experiencia de éxtasis en la que se le
apareció la Virgen María.
A los 13 años se hace terciaria
franciscana y vivió con mucha austeridad, en ocasiones alimentándose sólo de
pan y vegetales. No quería tener bienes, ni siquiera una cama, así como Jesús,
que no tenía dónde recostar su cabeza.
Cuando tenía 20 años, muere su
tío y Santa Ángela vuelve a su tierra natal, donde da catecismo a los pobres.
Su baja estatura no le impidió servir a Dios con gran amor. En una ocasión
viajó a Tierra Santa y perdió la vista en Creta, pero mantuvo su devoción en el
viaje, y la recuperó en el mismo lugar que la perdió.
En 1525 fue a Roma y se encontró
con el Papa Clemente VII. El Pontífice le pidió que se encargara de un grupo de
enfermeras en Roma, pero la santa le reveló que había tenido una visión donde
doncellas ascendían al cielo en una escalera de luz. Esto la inspiró a formar
un noviciado informal.
En la visión, las santas vírgenes
estaban acompañadas por ángeles que tocaban dulces melodías con arpas doradas.
Todas portaban coronas con piedras preciosas. Pero de pronto, la música cesó y
Jesús en persona la llamó por su nombre y le dijo que creara una sociedad de
mujeres.
De esta manera el Santo Padre le
otorgó el permiso para formar la comunidad. Santa Úrsula se le aparece y Santa
Ángela la nombra patrona de la comunidad.
Un 25 de noviembre de 1535, en la
Iglesia de San Afra en Brescia, Ángela y 28 compañeras más jóvenes se unieron
ante Dios para entregar sus vidas al servicio de la educación de las niñas. Es
así que surge la Compañía de las Ursulinas.
Las de la orden no usaban hábito,
salvo un sencillo vestido negro, no hacían votos, ni vida de clausura, ni vida
comunitaria. Se dedicaban a la educación religiosa de niñas, especialmente de
las pobres, y al cuidado de los enfermos. Las ursulinas fueron reconocidas por
el Papa Pablo III en 1544 y se organizaron como Congregación en 1565.
Santa Ángela partió a la Casa del
Padre en 1540, cuatro años después de la fundación y no lograría ver mucho de
la expansión, pero su ejemplo de paciencia y amabilidad con los pobres,
enfermos y los de poca o casi nula instrucción quedaría para siempre en la
historia.
Al morir, sus últimas palabras
fueron el nombre de “Jesús” y un rayo de luz brilló sobre la santa. En 1568,
San Carlos Borromeo llamó a las Ursulinas a Milán y las persuadió de ingresar a
la vida de clausura.
San Borromeo, en un sínodo
provincial, dijo a sus Obispos vecinos que no conocía una mejor forma de
reformar una diócesis que introducir a las Ursulinas en las comunidades
pobladas.
Fuente aciprensa
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