Amigo sabio y poderoso,
príncipe de príncipes,
rey de reyes,
amparador de los hombres y gitanos,
líbrame de las malas
ocasiones
que persiguen mis enemigos.
Bienvenidas sean las cosas
en tu nombre y poder,
ojos tengan y no me miren,
manos tengan y no me toquen,
pies tengan y no me alcancen,
armas tengan y no den fuego.
Cobardes difamadores aquí estoy
y voy con el Duende,
que el valor se les desmaye
y los pelos se les ericen,
que todos sean llenos de terror y miedo.
Que bienvenidas sean a mí las cosas,
como yo las deseo,
Señor de la Naturaleza.
Don Diego Duende,
ya es tiempo que venzas mis enemigos.
En el nombre de Dios.
Amen.
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