¡Oh mi
Salvador Crucificado! me postro a vuestros pies, y considerando las penas que
sufristeis en esa cruz, conozco haber sido yo mismo la causa de las mismas.
Sí, en esas
espinas que os taladran la cabeza, en esos clavos que os traspasan las manos y
los pies, en esas heridas que os cubren todo el cuerpo, reconozco la obra
indigna de mis pecados.
¡Ah
dulcísimo Jesús mío!
Por aquel
amor que os llevó a sufrir estas penas con tanta paciencia, os ruego tengáis
piedad de mí, que uséis conmigo de vuestra misericordia y me perdonéis tanta
ingratitud.
No permitáis
que precio tan grande se haya gastado en balde para mí. Al contrario, por los
méritos de esa vuestra dolorosa Pasión, os conjuro, Señor, que me devolváis
vuestra santa gracia e imprimáis esas vuestras santas llagas en lo más íntimo
de mi corazón, a fin de que pensando en ellas de continuo, procure evitar el
maldito pecado, y os sea fiel en amaros y serviros hasta el último aliento de
mi vida. Amén.
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es una oracion catolica?
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