Hija,
esta oración es tan breve y sencilla que cada uno puede decirla en su
propia lengua, ante su propia cruz. Y los que no tengan una cruz, pueden
rezarla a solas. Éste es el mensaje que hoy precisamente quiero dar,
porque ahora vengo a decir que quiero salvar las almas” (11.02.1951).
Señor Jesucristo,
Hijo del Padre,
manda ahora tu Espíritu sobre la Tierra.
Haz que el Espíritu Santo habite
en el corazón de todos los pueblos,
para que sean preservados
de la corrupción, de las calamidades
y de la guerra.
Que la Señora de todos los Pueblos,
la Santísima Virgen María,
sea nuestra Abogada
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