Puesto de rodillas delante de María Santísima, hecha la Señal de la Cruz, se dice el siguiente:
Acto de Contricción
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador y Redentor mío, por ser vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido. Propongo enmendarme y confesarme a su tiempo y ofrezco cuanto hiciere en satisfacción de mis pecados, y confío en vuestra bondad y misericordia infinita, que me perdonéis y me des gracia para nunca mas pecar. Así lo espero por intercesión de mi Madre, nuestra Señora la Virgen de Guadalupe. Amén.
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador y Redentor mío, por ser vos quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido. Propongo enmendarme y confesarme a su tiempo y ofrezco cuanto hiciere en satisfacción de mis pecados, y confío en vuestra bondad y misericordia infinita, que me perdonéis y me des gracia para nunca mas pecar. Así lo espero por intercesión de mi Madre, nuestra Señora la Virgen de Guadalupe. Amén.
Hágase la petición...
Récese cuatro Salves en memoria de las cuatro apariciones y luego se reza la oración de cada día.
Quinto Día
Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! Qué otro vestido le correspondía
a quien es un cielo por su hermosura, sino uno todo lleno de estrellas?
Con qué podía adornarse una belleza toda celestial, sino con los brillos de unas virtudes tan lucidas y tan resplandecientes como las tuyas?
Bendita mil veces la mano de aquel Dios que supo unir en tí hermosura tan peregrina con pureza tan realzada, y gala tan brillante y rica con humildad tan apacible. Yo quedo, Señora, absorto de hermosura tan amable, y quisiera que mis ojos se fijaran siempre en tí para que mi corazón no se dejara arrastrar en otro afecto que no sea el amor tuyo.
No podré lograr este deseo si esos resplandecientes astros con que estás adornada no infunden una ardiente y fervorosa caridad, para que ame de todo corazón y con todas mis fuerzas a mi Dios, y después de mi Dios a Tí, como objeto digno de que lo amemos todos. Amén.
Con qué podía adornarse una belleza toda celestial, sino con los brillos de unas virtudes tan lucidas y tan resplandecientes como las tuyas?
Bendita mil veces la mano de aquel Dios que supo unir en tí hermosura tan peregrina con pureza tan realzada, y gala tan brillante y rica con humildad tan apacible. Yo quedo, Señora, absorto de hermosura tan amable, y quisiera que mis ojos se fijaran siempre en tí para que mi corazón no se dejara arrastrar en otro afecto que no sea el amor tuyo.
No podré lograr este deseo si esos resplandecientes astros con que estás adornada no infunden una ardiente y fervorosa caridad, para que ame de todo corazón y con todas mis fuerzas a mi Dios, y después de mi Dios a Tí, como objeto digno de que lo amemos todos. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Sexto Día
Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! Que bien dice a tu soberanía ese tapete que la luna forma a tus sagradas plantas!
Hollaste con invicta planta las vanidades del mundo, y quedando superior a todo lo creado jamás padeciste el menguante de la mas ligera imperfección: antes de tu primer instante estuviste llena de gracia.
Miserable de mí, Señora, que no sabiéndome mantener en los propósitos que hago, no tengo estabilidad en la virtud y solo soy constante en mis viciosas costumbres.
Duélete de mí, Madre amorosa y tierna; ya que soy como la luna en mi inconstancia, sea como la luna que está a tus pies, esto es, firme siempre en tu devoción y amor, para no padecer los menguantes de la culpa. Haz que esté yo siempre a tus plantas por el amor y la devoción, y ya no temeré los menguantes del pecado sino que procuraré darme de lleno a mis obligaciones, detestando de corazón todo lo que es ofensa de mi Dios.
Hollaste con invicta planta las vanidades del mundo, y quedando superior a todo lo creado jamás padeciste el menguante de la mas ligera imperfección: antes de tu primer instante estuviste llena de gracia.
Miserable de mí, Señora, que no sabiéndome mantener en los propósitos que hago, no tengo estabilidad en la virtud y solo soy constante en mis viciosas costumbres.
Duélete de mí, Madre amorosa y tierna; ya que soy como la luna en mi inconstancia, sea como la luna que está a tus pies, esto es, firme siempre en tu devoción y amor, para no padecer los menguantes de la culpa. Haz que esté yo siempre a tus plantas por el amor y la devoción, y ya no temeré los menguantes del pecado sino que procuraré darme de lleno a mis obligaciones, detestando de corazón todo lo que es ofensa de mi Dios.
Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Séptimo Día
Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! Nada, nada veo en este
hermosísimo retrato que no me lleve a conocer las altas perfecciones de
que dotó el Señor a tu alma inocentísima.
Ese lienzo grosero y despreciable; ese pobre pero feliz ayate en que se ve estampada tu singular belleza, dan claro a conocer la profundísima humildad que le sirvió de cabeza y fundamento a tu asombrosa santidad.
No te desdeñaste de tomar la pobre tilma de Juan Diego, para que en ella estampase tu rostro, que es encanto de los ángeles, maravilla de los hombres y admiración de todo el universo. Pues, cómo no he de esperar yo de tu benignidad , que la miseria y pobreza de mi alma no sean embarazo para que estampes en ella tu imagen graciosísima?
Yo te ofrezco las telas de mi corazón.
Ese lienzo grosero y despreciable; ese pobre pero feliz ayate en que se ve estampada tu singular belleza, dan claro a conocer la profundísima humildad que le sirvió de cabeza y fundamento a tu asombrosa santidad.
No te desdeñaste de tomar la pobre tilma de Juan Diego, para que en ella estampase tu rostro, que es encanto de los ángeles, maravilla de los hombres y admiración de todo el universo. Pues, cómo no he de esperar yo de tu benignidad , que la miseria y pobreza de mi alma no sean embarazo para que estampes en ella tu imagen graciosísima?
Yo te ofrezco las telas de mi corazón.
Tómalo, Señora, en tus manos y no
lo dejéis jamás, pues mi deseo es que no se emplee en otra cosa que en
amarte y amar a Dios.
Amén.
Un Padrenuestro,
un Ave María y un Gloria.
Octavo Día
Oh Santísima Virgen de Guadalupe! Qué misteriosa y que acertada estuvo
la mano del Artífice Supremo, bordando tu vestido con esa orla de oro
finísimo que le sirve de guarnición.
Aludió sin duda a aquél finísimo oro de la caridad y amor de Dios con que fueron enriquecidas tus acciones. Y quién duda, Señora, que esa tu encendida caridad y amor de Dios estuvo siempre acompañada del amor al prójimo y que no, por verte triunfante en la patria celestial, te has olvidado de nosotros?
Abre el seno de tus piedades a quien es tan miserable; dale la mano a quien caído te invoca para levantarse; traete la gloria de haber encontrado en mí una miseria proporcionada, mas que todas, a tu compasión y misericordia.
Aludió sin duda a aquél finísimo oro de la caridad y amor de Dios con que fueron enriquecidas tus acciones. Y quién duda, Señora, que esa tu encendida caridad y amor de Dios estuvo siempre acompañada del amor al prójimo y que no, por verte triunfante en la patria celestial, te has olvidado de nosotros?
Abre el seno de tus piedades a quien es tan miserable; dale la mano a quien caído te invoca para levantarse; traete la gloria de haber encontrado en mí una miseria proporcionada, mas que todas, a tu compasión y misericordia.
Amén.
Un Padrenuestro,
un Ave María y un Gloria.
Noveno Día
Oh Santísima Virgen de Guadalupe! Que cosa habrá imposible para tí,
cuando multiplicando los prodigios, ni la tosquedad ni la grosería del
ayate le sirven de embarazo para formar tan primoroso tu retrato, ni la
voracidad del tiempo en mas de cuatro siglos ha sido capaz de
destrozarle ni borrarle?
Que motivo tan fuerte es este para alentar mi confianza y suplicarte que abriendo el seno de tus piedades, acordándote del amplio poder que te dió la Divina Omnipotencia del Señor, para favorecer a los mortales, te dignes estampar en mi alma la imagen del Altísimo que han borrado mis culpas!
No embarco a tu piedad la grosería de mis perversas costumbres, dígnate solo mirarme, y ya con esto alentaré mis esperanzas; porque yo no puedo creer que si me miras no se conmuevan tus entrañas sobre el miserable de mí. Mi unica esperanza, después de Jesús, eres tú, Sagrada Virgen María. Amén.
Que motivo tan fuerte es este para alentar mi confianza y suplicarte que abriendo el seno de tus piedades, acordándote del amplio poder que te dió la Divina Omnipotencia del Señor, para favorecer a los mortales, te dignes estampar en mi alma la imagen del Altísimo que han borrado mis culpas!
No embarco a tu piedad la grosería de mis perversas costumbres, dígnate solo mirarme, y ya con esto alentaré mis esperanzas; porque yo no puedo creer que si me miras no se conmuevan tus entrañas sobre el miserable de mí. Mi unica esperanza, después de Jesús, eres tú, Sagrada Virgen María. Amén.
Hágase la petición...
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
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