Señor santo, Padre omnipotente,
Dios eterno, por tu generosidad y la de tu Hijo quien por mí padeció pasión y
muerte, y por la excelentísima santidad de su Madre, y por los méritos de todos
los santos, concédeme a mí, pecador e indigno de cualquier beneficio tuyo, que
sólo a ti ame, que siempre tenga sed de tu amor, que continuamente tenga en el
corazón el beneficio de la pasión, que reconozca mi miseria, que desee ser
pisado y despreciado de todos; que sólo la culpa me entristezca. Amén.
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