Señor Jesucristo, Redentor de los
hombres, que en tu pasión quisiste soportar nuestros sufrimientos y aguantar
nuestros dolores; te pedimos por N., que está enfermo(a); tú que lo (a) has
redimido. Aviva en él (ella) la esperanza de su salvación y confortar su cuerpo
y su alma. Tú que vives reinas por los
siglos de los siglos. Amén.
A ti recurro, OH san José,
protector de los moribundos, que a tu muerte estuvieron presentes Jesús y
María. Por el amor que tenías a ellos, te pido por este (a) hermano (a) nuestra
(a), que se encuentra en el momento de la agonía, bajo tu protección, líbralo (a)
de las insidias del enemigo, y libre ya de la muerte eterna, llegue a la gloria
Eterna.
Amén.