Quiero expresarte mis sentimientos surgidos en mi caminar
por mi mundo interior de luchas y victorias. Ahora me detengo un instante y
miro hacia delante, a la luz del día. He caminado un largo trecho donde tu luz
me fue alumbrando cada día con mayor intensidad. Miro también hacia atrás para
ver el camino por donde me guiaste. Gracias Señor por salvarme cuando estaba ciega,
prisionera y angustiada. Tú me llamaste y tuviste misericordia de mí. Por ese
milagro y muchos más, sé que tú estás en mí, ahora, y más allá de mis
pensamientos. Ahora veo con paz mi pasado, no para llorar por mis errores, sino
para reconocer la ceguera espiritual en que me encontraba, pero que tú alumbraste
poniendo en mí ser arrepentimiento y liberándome de todo lo negativo de mi
interior. Me diste también capacidad de perdonar a otros, pedir perdón y
perdonarme a mí misma/o. Gracias, porque en mi caminar de tu mano, nunca me
abandonaste. Pusiste el dedo sobre mis llagas para que a través del dolor de
mis heridas tuviera que enfrentarme a ellas para poder sanarme emocional y
espiritualmente.
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