Esta meditación nos ayuda a
conectar nuestro Amor incondicional con la Madre Tierra y con el Padre Sol,
pudiendo encontrar un balance interno y externo. Es simple y sencilla, todos la
pueden hacer. Es idónea para estos momentos. La Tierra y el Sol necesitan que
las energías que por mucho tiempo hemos producido por motivos de guerras y
discordias sean limpiadas o purgadas, así pudiéramos recibir las nuevas energías
de la ascensión. Este es la manera de tu cooperar con la ascensión.
Las instrucciones que siguen han
sido simplificadas para que cualquiera pueda hacerla.
Puedes estar viviendo en
cualquier lugar de la Tierra. Sencillamente, busca un lugar cómodo y
silencioso, sobre la propia Tierra a ser posible, y cierra los ojos.
1. Empieza a respirar rítmica y
uniformemente (es decir, inspira tanto tiempo como expires). Relájate y deja
que tus pensamientos cotidianos se vayan. Simplemente, limítate a seguir tu
respiración.
2. Con tu visión interna,
contempla alguna bella escena de la naturaleza. Lo que te parezca hermoso, ya
sea las montañas, el desierto, el mar, es igual. Si por ejemplo son las
montañas, puedes contemplar sus cimas cubiertas de nieve. Puedes dibujar ríos,
árboles y animales, ver las nubes blancas flotando por el cielo. Respira el
aire limpio y fresco de la montaña. Haz algo parecido con el tipo de lugar que
hayas elegido, un lugar que le sea querido a tu corazón. Y, en él, siente el
amor que tienes por la naturaleza y por la Madre Tierra. Deja que ese amor se
haga cada vez más fuerte hasta que lo sientas en tu propio cuerpo.
3. Después toma ese amor que
sientes por la Madre Tierra y colócalo en una pelota pequeña (de unos 5 cm tal
vez) y, a través de tu intención, envía esa pelotita llena de tu amor hacia
abajo, al centro de la Tierra. Envíalo con la intención de que la Madre Tierra
note el amor que sientes por ella. Después, espera.
4. Espera a que la Madre Tierra
te devuelva Su amor. Siempre lo hará, porque eres Su hijo. Algunas personas lo
sentirán de inmediato y a otras les costará un poco más. Es una experiencia muy
real. No es una cosa intelectual. No eres tú diciéndote a ti mismo: "Ahora
estoy sintiendo el amor de Madre Tierra". Cuando el amor de la Madre
Tierra vuelva a ti, será tan dulce como en aquel tiempo en el que tu propia
madre te miraba a los ojos cuando eras un bebé. Siente este amor y deja que
recorra tu cuerpo. Deja que recorra cada célula de tu cuerpo. Deja que recorra
incluso tu Cuerpo de Luz y todo lo que eres. Por un rato - tanto como desees -
simplemente permanece en ese amor conectado, contigo en los brazos de la Madre
Divina.
5. Cuando sientas que ha llegado
el momento, sin romper tu conexión con la Madre Divina lleva tu atención al
Padre Divino, ese resto de la creación que no es la Tierra. Con tu visión
interna, contempla un cielo nocturno lleno de la multitud de estrellas de la
Vía Láctea. Observa los planetas, el sol (que podría estar sobre el horizonte)
y la luna. Mira la belleza de la Creación y nota el amor que sientes por el
Padre Divino. Permite que ese amor se haga cada vez más fuerte hasta que estés
a punto de romper a llorar de amor.
6. Y después, igual que hiciste
con la Madre, reúne ese amor y ponlo en una pelotita y, con tu intención,
envíalo a los Cielos. Puedes enviarla a las rejillas sagradas que rodean la
Tierra, si las conoces, o al Sol Central, si sabes lo que significa. O, como
hacen en muchos pueblos indígenas, envíala a tu propio sol. Tu intención es lo
que cuenta. Y después, espera.
7. Como hiciste con la Madre,
espera a que el Padre te devuelva Su amor. Siempre lo hará, porque eres Su
hijo. Cuando sientas que ese amor vuelve a ti, deja que recorra tu cuerpo y todas
tus células. Deja que recorra incluso tu Cuerpo de Luz y todo lo que eres. De
nuevo, puedes permanecer en ese amor del Padre tanto como desees.
8. Sé consciente de que en este
momento estás en el amor de la Madre y del Padre Divinos al mismo tiempo. Es
extraordinariamente especial que un ser humano sienta esto. Y sé aún más
consciente de que la Santísima Trinidad ya se está manifestando en la Tierra.
La Madre Divina, el Padre Divino y tú, el Niño Divino, todos unidos por el Amor
en un Triángulo Santo. Según Yukteswar, sólo desde ese lugar sagrado de la
Santísima Trinidad puede verse al Creador con tanta claridad y experimentarlo
tan directamente.
9. Ahora, sin romper tus lazos de
amor con tus Padres Divinos, simplemente deja que se sienta directamente la
presencia de Dios. Deja que Dios entre y rodee tu cuerpo. Lo que pase ahora es
entre Dios y tú. Confía en ti mismo, porque eres un Hijo de Dios. Cree en ti
mismo, porque eres uno con la Fuente.
A partir de este punto, no hay
palabras.
Que esta meditación sea una
bendición para sus almas y toda la vida en todas partes.