TRES REQUISITOS DE LA ORACIÓN
Nuestra mente no puede llegar a
comprender el misterio de la oración, pero si aún sin comprenderlo Le rezamos y
Le pedimos con Fe, con una Fe sin temores ni dudas de que nos niegue lo
solicitado, estemos seguros de que Nos ayudará de una forma directa o
indirecta. Esto, amigos, es el primer requisito de la oración: La Fe. Pues si
no tenemos Fe, si no conectamos nuestra ‘‘radio’’ con la ‘‘onda sintonía’’ de
Dios, no será un diálogo con Él, sino un monólogo por nuestra parte, y esto es
lo que debemos evitar. El segundo de los requisitos es el de abandonarse en Él.
Cada uno puede rezar como mejor sepa, bien pudiera ser:
‘‘Señor, ya no puedo
más con tal o cual problema (sea la enfermedad, la familia o el dinero), me
abandono en tus brazos, resuélvemelo Tú, Señor’’.
Y como tercer requisito: ‘‘Hágase
Tu Voluntad’’, que bien se podría añadir a la plegaria anterior.
Podría escribirse mucho analizando
estos tres requisitos, pero no por mucho leer aprenderíamos antes.
Podríamos
añadir uno que los envuelve a todos y es el de ORAR, ORAR y ORAR, dejando las
palabras de lado y pasando a la acción. Pues aunque mucho sepamos si no
practicamos, ¿de qué nos sirve el saber?
‘‘La respuesta a la oración es el
resultado natural que se origina al permitir nosotros (al rezar) que Dios pueda
expresarse sin trabas a través nuestro’’. Quiere esto decir que con la oración,
oración continuada y bien formulada, sin que le falte ninguno de los tres
requisitos antes descritos, nos permite alcanzar una paz, una armonía tan
íntima con nuestra propia conciencia –quienesquiera la llamen alma, espíritu o
yo interno–, que los problemas desaparecerán, y si no desaparecen, podremos
vivirlos sin que sean para nosotros, realmente esto, unos problemas.
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LAS ORACIONES