Santa
María de Guadalupe, Mística Rosa, intercede por la Iglesia, protege al Soberano
Pontífice, oye a todos los que te invocan en sus necesidades. Así como
pudiste aparecer en el Tepeyac y decirnos: "Soy la siempre Virgen María, Madre del
verdadero Dios", alcánzanos de tu Divino Hijo la conservación de
la Fe. Tú eres nuestra dulce esperanza en las amarguras de esta vida. Danos un
amor ardiente y la gracia de la perseverancia final.
Amén.
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